El Desconocido
Cada vez que podía, pasaba un rato al Parque O’Higgins y me sentaba en el pasto a mirar en silencio a las muchas personas que circulaban por la Elipse y sus alrededores. Lo único que necesitaba era mi celular cargado de música y mis audífonos para relajarme y echar a volar mis ideas por horas. Sin embargo, esa tarde algo inusual interrumpió mis pensamientos, apenas unos segundos después de que mis ojos se fijaran en un niño pequeño que acababa de caer de su bicicleta por chocar de frente con un peatón distraído. ―Uno se siente insignificante al pensar en las posibilidades, ¿no es así? Un hombre estaba de pie junto a mí. Tenía un aspecto muy descuidado, con una larga y holgada gabardina que le llegaba hasta poco más debajo de la rodilla. Usaba unos viejos y sucios botines que no se tomó la molestia de amarrar y solo alcancé a distinguir unos desgastados pantalones de tela que alguna vez debieron ser marrones. La barba crecía en desordenados e irregulares manchones de pelo por to