Sobre mí
Frente al Estrecho de Magallanes. |
¿Qué te puedo contar de mí? He escrito muchas cosas en estos últimos años, una gran cantidad de relatos y novelas que esperan con paciencia el momento de ver la luz. Pero escribir sobre mí es algo que no había intentado hasta ahora, aunque me parece justo que sepas quién soy.
Así que trataré de contarte aquí una parte más íntima de mi historia, más allá de mi vida de escritor. Te invito cordialmente a leerla.
Nací en un pequeño rincón de Puente Alto, Santiago de Chile, el 24 de abril de 1983. Hijo de María y Patricio, soy el mayor de dos hermanos y me crie en Casas Viejas, una población ubicada entre los cerros precordilleranos y la ribera del Río Maipo, en un ambiente semirural, con calles de tierra y sin alcantarillado, que estaba dando sus primeros pasos hacia la total urbanización. Eran los años finales de la dictadura de Pinochet, algo que, en esos tiempos, yo no alcanzaba a comprender en realidad de qué se trataba.
Realicé mis estudios básicos en el Colegio San Andrés, una pequeña escuela primaria que queda a casi un kilómetro de distancia de mi hogar y a la que sagradamente mi madre me iba a dejar caminando, con sol o tormenta, hasta que tuvimos los recursos suficientes para pagar un transporte escolar, una destartalada "Citroneta" en la que el Tío Willy recorría las calles de tierra de la población, apilando entre ocho y diez niños de distintos tamaños en su interior. Mismos niños que teníamos que empujar el vehículo cuando le fallaba el motor o a veces caminar hasta nuestras casas, con la compensación de una manzana confitada o algún otro "premio" que el Tío Willy nos compraba para minimizar las quejas por las caminatas obligadas.
En 1992 llegó a nuestra casa un nuevo inquilino, mi primo Giovanni, quien vivía en Santa Cruz, VI Región, y tuvo que mudarse a Santiago porque entró a estudiar Química y Farmacia en la Universidad de Chile. Mi tía Cuca —su verdadero nombre es Filomena, aunque fue rebautizada como "Cuca" y nunca más alguno de sus sobrinos la llamó por su nombre—, hermana de mi madre, acordó con ella un pago mensual para ayudar a la economía del hogar y reestructuramos nuestra pequeña casa para poner una cama más. ¿Por qué es importante este punto en mi, hasta ese momento, impensada carrera literaria? Porque Giovanni es un tremendo dibujante y un voraz lector, lo que influyó mucho en mí. Mirándolo e imitándolo, yo mismo comencé a dibujar y después a crear breves historietas en las que emulaba los cómics y caricaturas de moda por esos años, con lo que gané cierta popularidad en el colegio, hasta el punto de que una profesora me llevó a participar a un concurso de dibujos, donde obtuve el primer lugar por un retrato familiar y recibí un flamante premio consistente en un diccionario ilustrado.
Por otro lado, Giovanni tenía una máquina de escribir y cuando me tomé un poco más en serio mis intenciones de hacer un cómic, en ella escribí el borrador de un guion basado en Los Caballeros del Zodiaco que en realidad nuca terminé. Ese fue mi primer acercamiento a las letras.
En esa época, Casas Viejas había progresado bastante, pero todavía seguía siendo una pequeña población que nada se parecía a lo que es hoy en día.
Me gradué de la enseñanza básica con unas calificaciones bastante aceptables y convencí a mi madre —ella tomaba las decisiones "domésticas", mientras que mi padre solo se encargaba de su rol de proveedor para el hogar—, de matricularme en el Liceo Puente Alto A-115, pues tenía la intención de enfocar mis estudios hacia el área científica, con miras a entrar a la universidad y estudiar medicina veterinaria. En esos años fue cuando descubrí a Stephen King a través de Cujo. Mi madre, también ávida lectora, me regaló la novela, sin imaginar que eso marcaría mis gustos lectores y escritores para siempre.
En el liceo, ya en la entrada misma a la adolescencia, si bien me sentí a gusto, tuve un pasar más bien solitario. No hice mayores amistades, pero no por algún problema en particular. Simplemente iba, estudiaba y volvía a casa, a encerrarme en mis dibujos y mis historias imaginadas, lejos de fiestas, paseos o cualquier otra aventura escolar. Aunque guardo muy gratos recuerdos de mis compañeros y de esos demasiado cortos cuatro años de enseñanza media.
En ese tiempo fue cuando descubrí la Fuerza Aérea de Chile y poco a poco mis ansias de ser veterinario fueron reemplazadas por la convicción de convertirme en un aviador militar. Así, bajo la orgullosa aprobación de mi padre y, sobre todo, las maternales preocupaciones de mi madre, a finales de enero de 2001 me convertí en un flamante recluta de la Fuerza Aérea.
En una de mis primeras destinaciones, en la pequeña ciudad costera de Quintero, V Región, conocí a la mujer que se convertiría en mi esposa y me acompañaría en cada una de mis aventuras, mi amada Carolina. Nos casamos en Santiago, el 20 de noviembre de 2008 y un año más tarde, el 7 de octubre de 2009, nació nuestra primera hija, Sofía.
Para ese entonces, había dejado por completo de lado mi faceta de dibujante y no volví a las letras hasta que, por ahí por el año 2009, empecé a trabajar en el borrador de una novela que todavía duerme en los archivos de mi computador. Sin embargo, no sería hasta 2013 cuando mi incontenible imaginación me obligaría a embarcarme en la escritura de la que terminó por ser mi primera novela publicada, Réquiem de los Cielos – Obertura, la que, gracias al apoyo constante de mi esposa y de quienes me ayudaron con los primeros borradores, autopubliqué en 2016.
Mientras vivíamos en Quintero y después de un tristemente fallido embarazo, llegó a nuestras vidas Laura, un torbellino de energía inagotable que nació el 4 de agosto de 2014.
La familia creció y, ya convertidos en cuarteto, nos mudamos al extremo sur del continente, a la hermosa ciudad de Punta Arenas, donde tuvimos el placer de vivir por tres muy buenos años, antes de volver una vez más a Santiago, estableciéndonos en mi natal Puente Alto justo cuando la pandemia por COVID-19 aterrizaba con todas sus fuerzas en Chile.
Fueron un par de años complejos. El país entró en Estado de Catástrofe y las Fuerzas Armadas fueron empleadas para mantener el control de la cuarentena, efectuando patrullajes en las calles, tanto de día como de noche, además de resguardar puntos críticos y apoyar al personal de sanidad en la contención del virus. Pasé casi un año completo en esta labor, aunque no me impidió seguir escribiendo. De hecho, Venganza fue editada y publicada en plena pandemia, y, cuando el COVID comenzó a ceder, tuve la suerte de poder impartir un breve taller de creación literaria en el Colegio El Sembrador, donde logré que niños de entre 11 y 12 años se interesaran por las letras y escribieran pequeños relatos que publiqué en este mismo blog.
A finales de 2021 se me presentó una oportunidad que no dudé en aprovechar y, luego de pasar cada una de las pruebas de postulación, fui nombrado para trabajar en la Agregaduría Aérea de la Embajada de Chile en Colombia durante el año 2022.
Y nos fuimos los cuatro a Bogotá —los seis, en realidad, porque nos llevamos a nuestras mascotas—, a aprovechar de la mejor manera posible la experiencia de vivir en un país que nos acogió con los brazos abiertos, en el cual tuve la fortuna de dar a conocer mi trabajo como escritor a través de la Feria Internacional del Libro de Bogotá y la Feria Trazos de Pluma, Historias de un Héroe, organizada por la Dirección de Veteranos y Rehabilitación Inclusiva – DIVRI.
En 2023 regresamos a Chile. Debimos lidiar con la impensada enfermedad de Sofía, quien pasó un mes entero en la UCI del Hospital Militar de Santiago, luchando contra una agresiva bacteria que estaba tratando de comerse sus pulmones. Pero ya estamos bien, volvimos a nuestra antigua vida, a las viejas amistades y al calor de Santiago, extrañando la hermosa Colombia y la gente que tuvimos la fortuna de conocer en esas tierras cafeteras.
Esto es todo lo que te puedo contar. Quizás haya muchas otras cosas que sucedieron en el anonimato de lo cotidiano, pero aquí tienes lo primordial. Solo falta agregar que me siento feliz por todo lo que he logrado, tanto en el ámbito familiar y personal, como en lo laboral, y todavía tengo muchos proyectos y planes que espero mostrarte cuando llegue el momento.
En fin, este soy yo. Ahora que nos conocemos mejor, te invito a visitar mi blog. Puedes recorrerlo con total libertad.
Afectuosamente,
Danny.