Y así nació Réquiem de los Cielos

 


La idea para Réquiem de los Cielos apareció por ahí por 2012, cuando mi familia y yo nos mudamos desde Santiago hacia Quintero. Yo ya llevaba cerca de uno o dos años escribiendo una novela de fantasía que todavía tengo guardada en mi carpeta de «borradores» cuando comencé a interesarme en los ángeles y sus características. De la nada, este interés se fue expandiendo hasta hacerme regresar a John Milton y su épica El Paraíso Perdido, luego se extendió a La Rebelión de Lucifer de J.J. Benítez y siguió creciendo y moldeándose a medida que me inmiscuía en la angelología, demonología, religión y mitología. Para ese entonces, ya tenía más o menos claro que escribiría la historia de un ángel caído y su paso por el mundo terrenal mientras intenta reconquistar el Paraíso.

Sin embargo, Asmodeo no formó parte de la idea inicial hasta que, luego de leer parte de la Biblia, llegué a un relato titulado Sara y el demonio Asmodeo, de la escritora argentina Ana María Shua. De inmediato me llamó la atención este personaje, del cual hasta entonces apenas había leído un par de cosas y eso me llevó a investigar más sobre el Demonio de la Lujuria. A medida que buscaba en distintas fuentes —¡gracias, Google!—, Asmodeo y su relación con esta mujer llamada Sara, fue creciendo en mi cabeza hasta convertirse en la trama principal. Y fue así que, después de toda la información que había recopilado durante ese primer periodo de investigación, comencé a escribir sobre ellos, pero intentando darles una voz propia para que cada uno contara su vida y su historia en forma paralela, intercambiando el protagonismo a medida que las páginas transcurrían.

Pero, después de uno o dos capítulos, sentí que le faltaba algo. Aunque en mi cabeza veía esta novela como una épica guerra de seres fantásticos, con espadas, disparos de energía, explosiones y secuencias impactantes de combate cuerpo a cuerpo, necesitaba algo más, algo que le diera un peso extra al desarrollo de la trama.

Y luego de darle un par de vueltas, caí en la cuenta de que lo que faltaba agregar siempre estuvo frente a mis ojos: si Asmodeo es el demonio que simboliza la lujuria, su historia DEBÍA representar esta lujuria.

Con esta nueva idea en mente, volví atrás en las páginas que había escrito para buscar cómo incluir esto en la novela. El problema fue que no se me ocurrió nada…

Pero, por esas cosas de la suerte, en esos mismos días llegó a mí una novela que lo cambió todo: Pídeme lo que Quieras, de Megan Maxwell. Confieso que empecé a leerla con bastante morbo y algo de pudor, pero la devoré en un par de noches. Y, después de enterarme de que la gran mayoría de las personas que leyeron esta novela y sus continuaciones eran mujeres, me dije a mí mismo «que Sara lea el libro». Y me enfoqué un poco más en Sara, a su trabajo como periodista le sumé su alter ego como escritora, le di un seudónimo y la hice leer a Megan Maxwell, de donde sacó la inspiración para escribir su propia novela erótica y ¡paf!, apareció el erotismo y el sexo en Réquiem de los Cielos.

El resto fluyó por sí solo. Como en esos tiempos hacia servicios —algo similar a las guardias, pero en turnos de 24 horas corridas—, aprovechaba las noches para escribir. Y escribía y escribía, a veces veinte o veinticinco páginas por noche. A finales de 2013, Obertura estuvo listo. Al año siguiente, terminé Interludio. Y a mediados de 2015 tuve escritos los borradores de las tres partes de Réquiem de los Cielos.

¿Y entonces qué?

Después de cotizar, preguntar, pensar, soñar, analizar, volver a cotizar y finalmente conversarlo con mi esposa, me decidí a publicar Obertura y llegué a los servicios de autopublicación de Me Gusta Escribir, actual Caligrama, en España. Entusiasmado por su programa de difusión, empecé a trabajar con ellos a finales de 2015 y en enero de 2016 fue publicado mi primer hijo literario, Réquiem de los Cielos – Obertura, el que, como muchos habrán visto, salió a la luz con una atractiva portada negra con unos ojos enigmáticos en el centro.

El problema fue que la edición la hice yo. No tenía el presupuesto para pagar la corrección ortotipográfica y de estilo, por lo tanto, ningún editor profesional la revisó y yo, que leía bastante, pero que recién entraba en este mundo de la escritura, no tenía los conocimientos ni la práctica para lograr un prolijo producto final. El resultado de esta aventura fue una novela interesante, con muchos errores gramaticales y de redacción, que, para colmo, jamás salió de España y se fue quedando en el anonimato.

Pero no me rendí. Ya con más práctica y después de haber publicado Sumer, novela con la que me adjudiqué el Fondo del Libro del Ministerio de Cultura, decidí arriesgarme una vez más con la autopublicación, esta vez a través de Amazon. Claro que hice bastantes correcciones, le agregué una historia extra, Preludio, y diseñé una nueva portada. Así nació la edición especial de Réquiem de los Cielos – Obertura, la que todavía no es perfecta, pero que quedó bastante mejor que la original. Por lo menos, hasta ahora, ha recibido muy buenos comentarios y muy buenas reseñas, al igual que la segunda parte, Réquiem de los Cielos – Interludio.

¿Y la tercera parte? Como les comenté un poco más arriba, está escrita. Sin embargo, me he encariñado tanto con esta historia y con los logros de mis otras novelas, que mi ego de escritor creció y me puse un poco más ambicioso. Tal como ocurre con la segunda parte de Sumer, considero que Asmodeo y Sara merecen algo más grande que lo que puedo lograr a través de la autopublicación y en eso es en lo que estoy trabajando desde hace años, puliéndola y buscando un mejor espacio para el cierre de esta trilogía. Ha sido un trabajo arduo, agotador y muchas veces frustrante, pero que estoy muy seguro de que valdrá la pena.

Ya llegará el momento de que al fin puedan conocer el final de esta aventura en la que me embarqué hace diez años. Mientras tanto, si quieren saber un poco más de estas novelas, pinchen aquí.


Hasta la próxima.


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