El Último Vuelo del Pegasus, capítulo final
Lee la decimotercera parte aquí Paul Haldeman no daba crédito a lo que veían sus ojos. Intentaba convencerse a sí mismo que se trataba de algún tipo de alucinación provocada por los medicamentos que Gamboa le había administrado, pero su desesperación fue aumentando a medida que los sentidos le indicaban que en verdad estaba paralizado y que todo lo que observaba a su alrededor en realidad estaba pasando en esos momentos. Aunque no era capaz de comprenderlo. Ya no se encontraba en la camilla del área médica del Pegasus. En su lugar, estaba tendido sobre una tibia superficie rugosa que se ajustaba a cada una de las curvaturas de su cuerpo y que parecía adaptarse a sus limitados movimientos, estando en todo momento pegada a su piel. Suponía que se trataba de una capa adherente que impedía que se levantara, sosteniéndolo con tanta fuerza que a duras penas conseguía mover la cabeza para mirar qué estaba pasando. Así fue como descubrió, horrorizado, que estaba desnudo y que varios ca