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Y así nació Réquiem de los Cielos

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  La idea para Réquiem de los Cielos apareció por ahí por 2012, cuando mi familia y yo nos mudamos desde Santiago hacia Quintero. Yo ya llevaba cerca de uno o dos años escribiendo una novela de fantasía que todavía tengo guardada en mi carpeta de «borradores» cuando comencé a interesarme en los ángeles y sus características. De la nada, este interés se fue expandiendo hasta hacerme regresar a John Milton y su épica El Paraíso Perdido, luego se extendió a La Rebelión de Lucifer de J.J. Benítez y siguió creciendo y moldeándose a medida que me inmiscuía en la angelología, demonología, religión y mitología. Para ese entonces, ya tenía más o menos claro que escribiría la historia de un ángel caído y su paso por el mundo terrenal mientras intenta reconquistar el Paraíso. Sin embargo, Asmodeo no formó parte de la idea inicial hasta que, luego de leer parte de la Biblia, llegué a un relato titulado Sara y el demonio Asmodeo, de la escritora argentina Ana María Shua. De inmediato me llamó la at

Las Hermanas Exploradoras y la Búsqueda de las Joyas de la Reina Nieves

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  Las hermanas Navarrete vivían muchas aventuras juntas. Ya fuera durante un fin de semana o apenas salieran del colegio, se embarcaban en fantásticos viajes imaginarios que las llevaban por destinos exóticos, a través de tierras mágicas, llenas de aventuras y misterios. Laura, la menor, era la más intrépida y valiente, mientras que Sofía se encargaba de planificar todo lo que pudieran necesitar para cada uno de sus viajes. Juntas formaban un tan buen equipo que eran imparables frente a cualquier peligro. Una mañana de domingo, bajaron caminando desde el Cerro Mirador con la misión de encontrar las hermosas joyas perdidas de la Reina de las Nieves y volver a casa, sanas y salvas, antes del almuerzo. Así que partieron muy temprano, poco después de que el sol apareciera en el Estrecho de Magallanes. Habían encontrado un mapa que los ladrones de las joyas olvidaron en su escape del Castillo Helado y partieron sin dudarlo apenas la hermosa reina les explicó del robo que había sufrido

¿Qué hay detrás de un libro?

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La imagen que precede esta entrada es una de mis favoritas. Representa a la perfección este oficio que, más que hobby, para muchos de nosotros se transforma en un verdadero trabajo, muy poco remunerado, aunque increíblemente satisfactorio. Un libro, cuando al fin llega a su forma final, ya sea en papel o en digital, de la mano de una editorial o autopublicado, es un larguísimo viaje que comienza con una simple idea, un sueño, un sentimiento o cualquier detonante para una historia que puede pasar años en gestación antes de entrar en su estado larvario de manuscrito. En especial cuando nos encontramos en la fase de inquietud previa a la decisión de lanzarnos por primera vez a poner por escrito lo que sea que ande rondando en nuestras cabezas. Para quienes vemos el mundo literario que nace en nuestras mentes de forma tan real y concreta como el mundo real, este pequeño, pero trascendental primer paso viene de la mano de largas horas de investigación. Porque, no es lo mismo escribir sobre

Mi Banda Sonora

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El otro día participé de una simpática dinámica en uno de los muchos grupos de Facebook de los que soy miembro, el que se llama Panorama Indie – Cultura Independiente, donde uno de los integrantes publicó el #DíadelespectadorINDIE, un juego que se trataba de imaginar y comentar la banda sonora para un libro independiente o autopublicado, compartiendo la portada y explicando la razón que llevaba a escoger la pieza musical perfecta para la novela. En mi día a día, la música juega un papel fundamental para regular o estimular mi estado de ánimo. Sin contar con que en todo momento mi mente se encuentra tarareando alguna canción, desde el Pollito Pío hasta el tema de Misión Imposible, descubrí que soy mucho más productivo en determinadas actividades si estoy escuchando música. Claro que no soy amigo de aplicaciones como Spotify y prefiero almacenar las canciones que más me gustan en mi celular, donde ya tengo un playlist que supera las seiscientas. Siento que me quedé a medias entre los tie