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Y así nació Réquiem de los Cielos

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  La idea para Réquiem de los Cielos apareció por ahí por 2012, cuando mi familia y yo nos mudamos desde Santiago hacia Quintero. Yo ya llevaba cerca de uno o dos años escribiendo una novela de fantasía que todavía tengo guardada en mi carpeta de «borradores» cuando comencé a interesarme en los ángeles y sus características. De la nada, este interés se fue expandiendo hasta hacerme regresar a John Milton y su épica El Paraíso Perdido, luego se extendió a La Rebelión de Lucifer de J.J. Benítez y siguió creciendo y moldeándose a medida que me inmiscuía en la angelología, demonología, religión y mitología. Para ese entonces, ya tenía más o menos claro que escribiría la historia de un ángel caído y su paso por el mundo terrenal mientras intenta reconquistar el Paraíso. Sin embargo, Asmodeo no formó parte de la idea inicial hasta que, luego de leer parte de la Biblia, llegué a un relato titulado Sara y el demonio Asmodeo, de la escritora argentina Ana María Shua. De inmediato me llamó la at

Prólogo de Réquiem de los Cielos - Obertura

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Baja la aplicación Kindle y lee una muestra gratis del libro completo Él vendrá de nuevo. Todos hablan de ello como el hecho que marcará el fin de esta guerra y la victoria definitiva del Padre sobre todos los que osamos oponernos a sus designios. Porque así está escrito en las enseñanzas que dejó a sus amados mortales, cuando el Unigénito adquirió por primera vez forma humana para caminar por este polvoriento mundo como una más de sus criaturas. Una promesa sagrada en la que sus sirvientes han depositado una fe ciega e inflexible, pero que nosotros, los caídos, sólo vemos como una nueva provocación, como un intento más de pisotear nuestras cabezas para hundirnos en la infame desgracia, para enrostrarnos lo insignificantes que somos ante Él. Y es que ¿cómo luchar contra el Ser que lo creó todo? ¿Cómo enfrentarse a un ente compuesto por tres personas, cada una tan poderosa como la otra, todas unidas en una sola mente, una sola esencia? Lucifer nos señaló el rumbo y la propia humanidad s

El Último Vuelo del Pegasus, parte 9.

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Lee la octava parte aquí Robinson había encontrado un lugar desde el que podía observar todo con detalle. Tenía a la vista a Gamboa y Brown, atento al proceso de encendido del complejo dispositivo que la ingeniera había desarrollado en tan poco tiempo y que era la clave para abandonar el planeta. Por otro lado, tenía una visual casi completa del ala oeste de la nave, misma por la que había detectado la mayor cantidad de presencias alienígenas durante la revisión de los videos de seguridad. Equipado con los dos fusiles de riel y el sistema de mira y visión nocturna, se sentía capaz de contener cualquier posible incursión que esas criaturas se atrevieran a lanzar sobre ellos, al menos por el tiempo necesario. Aunque las instrucciones de Angle eran evitar cualquier enfrentamiento, a menos que las condiciones no lo permitieran, él presentía que, si esos seres entraban a la nave, no sería con intenciones de charlar. En ese caso, su misión era brindarle cobertura a la operación de Gamboa p

Conozcan el primer capítulo de Preludio, la historia que da inicio a Obertura y toda la saga de Réquiem de los Cielos

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Cuando la Creación ya estuvo lista y los caminos que enlazaban el mundo espiritual con el material se encontraron bien definidos, llegó el momento para que los ángeles, los primeros seres nacidos de la Infinita Gracia del Padre, recibieran sus distintas funciones y sus jerarquías dentro de los Coros Celestiales. De este modo, el Paráclito, la Fuerza Creadora de Dios, ordenó a setenta y dos de ellos como las principales y mayores autoridades en el Paraíso y fuera de él, todos comandados por Lucifer, el más hermoso y majestuoso de los ángeles, a quien además se le entregó la Luz para portarla siempre en el Nombre del Padre. Mientras tanto, en el mundo material fueron hechos los mortales, hombre y mujer, nombrados por el Espíritu Creador como Adán y Lilith, nacidos de la tierra y moldeados a la imagen de los seres celestiales, siendo puestos bajo la protección y guía de estos últimos, quienes debían enseñarles a amar a Dios y vivir bajo sus designios. Uno de los ángeles encargados de esta

Mi Banda Sonora

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El otro día participé de una simpática dinámica en uno de los muchos grupos de Facebook de los que soy miembro, el que se llama Panorama Indie – Cultura Independiente, donde uno de los integrantes publicó el #DíadelespectadorINDIE, un juego que se trataba de imaginar y comentar la banda sonora para un libro independiente o autopublicado, compartiendo la portada y explicando la razón que llevaba a escoger la pieza musical perfecta para la novela. En mi día a día, la música juega un papel fundamental para regular o estimular mi estado de ánimo. Sin contar con que en todo momento mi mente se encuentra tarareando alguna canción, desde el Pollito Pío hasta el tema de Misión Imposible, descubrí que soy mucho más productivo en determinadas actividades si estoy escuchando música. Claro que no soy amigo de aplicaciones como Spotify y prefiero almacenar las canciones que más me gustan en mi celular, donde ya tengo un playlist que supera las seiscientas. Siento que me quedé a medias entre los tie

¿Mi método de trabajo?

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¿Cómo le haces para escribir un libro? Esta es una pregunta recurrente entre los familiares y conocidos que escuchan con asombro cuando les cuento que soy escritor. Mi respuesta siempre es clara y sencilla: me siento frente al computador, abro un Word en blanco y escribo. Así de fácil. Es que hasta ahora, no he podido ceñirme a un plan de escritura como muchos colegas lo hacen. Cuando empiezo a trabajar en una nueva novela, a lo más tengo una vaga idea del argumento, pero ni siquiera conozco a los personajes y mucho menos lo que les espera. Al momento de empezar a escribir es cuando las cosas toman forma. Todo surge de manera espontánea y se va desarrollando a medida que avanzo en las páginas. No uso fichas de personajes, no hago líneas de tiempo, con suerte tomo notas por aquí y por allá y las guardo hasta el momento perfecto para usarlas. Claro que este método no es el más idóneo, pero a mí me significa una forma natural de ir poniendo las ideas en orden y “conociendo” a los personaj

¿Experiencia? No la suficiente

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Ya les conté quién soy como escritor y quién soy como lector. Ahora me gustaría contarles algunas experiencias que he tenido desde que me embarqué en este viaje de letras. La primera y tal vez más decepcionante, es ver que la literatura, al igual que la gran mayoría de las cosas en este mundo globalizado, es un negocio bastante rentable si se cumple una pequeña condición: tener el apoyo de una editorial de renombre. Para los mortales que, como yo, apenas somos un nombre en la larga y compleja lista de escritores esperando su momento de fama, es más que nada una inversión que muy rara vez se ve recompensada monetareamente. Claro que todos imaginamos en más de alguna  ocasión alcanzar el éxito con nuestras novelas, pero, al menos en mi caso, he debido redefinir lo que éxito significa. Si miramos a los grandes escritores a nivel mundial, éxito es conseguir miles de ventas. Sin embargo, para un escritor amateur, el éxito se mide por las cantidades de comentarios positivos y reseñas halagad

¿Qué tipo de lector soy?

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Ya les conté sobre el tipo de escritor que soy. Ahora, qué tipo de lector soy es otro cuento. Creo que, al igual que muchos, detesté gran parte de los libros que me obligaron a leer en el colegio. Más por la estricta supervisión de mi madre que por el gusto a la lectura, terminé todos y cada uno de ellos. Desde Papelucho hasta Pedro Páramo, pasando por El Lazarillo de Tormes, La Vida es Sueño, Niebla y tantos otros clásicos que detesté con mi alma. No puedo negar que hubo obras que me fascinaron, como El Mío Cid, El Viejo que Leía Novelas de Amor, En familia y Mac, el Microbio Desconocido. Desde entonces comprendí que el problema no era que no me gustara leer. Se trataba de que no encontraba un género que en verdad me cautivara. Hasta que convencí a mi madre de que me comprara un libro de bolsillo que venía junto al diario del domingo. Ni siquiera sabía de qué se trataba, pero aquella portada en la que las fauces de una fiera emergían desde la oscuridad y el soberbio nombre de su autor