¿Qué tipo de lector soy?



Ya les conté sobre el tipo de escritor que soy. Ahora, qué tipo de lector soy es otro cuento.

Creo que, al igual que muchos, detesté gran parte de los libros que me obligaron a leer en el colegio. Más por la estricta supervisión de mi madre que por el gusto a la lectura, terminé todos y cada uno de ellos. Desde Papelucho hasta Pedro Páramo, pasando por El Lazarillo de Tormes, La Vida es Sueño, Niebla y tantos otros clásicos que detesté con mi alma. No puedo negar que hubo obras que me fascinaron, como El Mío Cid, El Viejo que Leía Novelas de Amor, En familia y Mac, el Microbio Desconocido. Desde entonces comprendí que el problema no era que no me gustara leer. Se trataba de que no encontraba un género que en verdad me cautivara.

Hasta que convencí a mi madre de que me comprara un libro de bolsillo que venía junto al diario del domingo. Ni siquiera sabía de qué se trataba, pero aquella portada en la que las fauces de una fiera emergían desde la oscuridad y el soberbio nombre de su autor llamaron por completo mi atención. Así llegó a mis manos Cujo y conocí a Stephen King, escritor que cambió en 180° mis gustos literarios.

Por desgracia, los libros en Chile parecen ser un verdadero lujo por sus precios exorbitantes y pasó mucho tiempo antes de que pudiera acceder a otro libro del Maestro del Terror. Creo que el siguiente fue El Cementerio de Animales, después de largos años contentándome con solo mirar libros en los kioscos y ferias.

Pero muchas otras lecturas pasaron por mis manos. Descubrí a Lovecraft y Poe, ampliando el espectro del terror a límites que no habría podido imaginar. Recuerdo que En las Montañas de la Locura casi me voló la cabeza, igual que El Cuervo. Ambas tuve que leerlas con la luz encendida, porque estaba seguro de que en cualquier momento algo saldría de las sombras para atraparme o que uno de los gatos de la casa me diría “nunca”.

También me encontré con Starship Troopers, El Señor de los Anillos, Caballo de Troya, It, El Ejército Perdido, Carrie, El Código da Vinci, Las Memorias de Idhún, La Ciudad de las Bestias, A la Caza del Octubre Rojo y un larguísimo etcétera. Por no hablar también de la Biblia y gran parte del enigmático Libro de Urantia. A todos ellos, tal vez sea buena idea sumar los muchos cómics y novelas gráficas que tuve frente a mis ojos, desde los clásicos héroes de Marvel y DC, hasta obras maestras de la talla de The Watchmen y The Sandman. Ahora, después de mucho tiempo, al fin tengo en mis manos 2001 una Odisea Espacial.

Pero, si pudieran darle un vistazo a mi humilde biblioteca ―cuando al fin termine de desempacar después de la última mudanza―, descubrirán que está dominada por Cars, La Sirenita, Buscando a Nemo y los nuevos clásicos infantiles que le fascinan a mis hijas, en especial a la más pequeña. ¿Qué pasó con mis novelas? Lamentablemente, como a muchos les ha pasado, varios de mis más atesorados libros fueron prestados y nunca regresaron. Solo un puñado se ha salvado y muy pocos se han unido a ellos en el librero, debido a que, por un asunto de abaratar costos y muy a mi pesar, he debido sumarme a la era digital y almacenar un par de centenares de novelas en el computador. No me malentiendan, prefiero mil veces el papel al PDF, pero por espacio y costo, he tenido que “evolucionar” a este nuevo estadio de lector. Aunque sigo anhelando el delicioso olor de un libro de papel y el placer de la lectura “a la antigua”.

¿Qué novelas tengo en mi lista de pendientes? ¡Uf! Esa sería una lista bastante larga. Creo que empezaría por mi autor favorito y toda la saga de la Torre Oscura. De ahí en adelante, está bastante difícil decidir con qué continuar. Y ustedes, ¿qué libros tienen en su lista? Cuéntenme en los comentarios, a ver en cuántos coincidimos.

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