¿Por qué escribe un escritor? Un post dedicado a todos, en especial a otros escritores.



Es una pregunta breve y sencilla, pero que tiene, si es que se puede, una respuesta bastante compleja y hasta incomprensible para quienes no conocen este mundo de la literatura y se sorprenden con un oficio tan poco conocido, que no es lo mismo que poco común.

Basta darse una vuelta por las redes sociales para encontrar cientos o tal vez miles de personas que, como yo, son aficionados a la escritura, con más o menos exposición y fama, pero con indudable talento para las letras. Porque, y es mi opinión muy personal, no importa la cantidad de faltas de ortografía -horrografía leí por ahí…-, ni los muchos errores gramaticales en que pueda incurrir un escritor, el verdadero talento está en poder poner por escrito una historia, tener algo que contar. Lo demás, la parte técnica, por así decirlo, se adquiere con el tiempo, la práctica y el constante estudio y trabajo frente a la hoja en blanco.

Dicho esto, para un escritor, con o sin fama -en un post anterior hablé de mi definición del éxito, que no es lo mismo-, escribir es más que una simple afición. Se transforma en un apasionado trabajo que toma horas y horas, a veces en el silencio de la noche, mientras otros duermen, para volcar una idea tras otra hasta conseguir hilar una historia coherente, llena de personajes y acciones más o menos complejas, pero tan variadas que ningún libro es igual a otro. Porque eso es lo que nos vuelve interesantes, los miles de mundos que habitan dentro de nuestras cabezas y que pueden tener cosas en común, aunque cada uno agrega visiones distintas, puntos de vista diferentes y tantas versiones como pensamientos tengan los autores. Hagan el ejercicio de buscar novelas de vampiros en Amazon y encontrarán una inmensa cantidad de obras, con personajes tan diferentes como Lestat de Anne Rice hasta la propia versión que Laura Torneiro y yo tenemos de Drácula. Sin contar con los Cullen de Stephenie Meyer y los muchos vampiros de otros escritores que todavía no logran hacerse conocidos.

Pero estos desconocidos siguen escribiendo, y ustedes encontrarán sagas completas que nadie conoce o que muy pocos han leído, aunque permanecen ahí como mudos testimonios de la existencia de sus autores. Porque, si bien nosotros los escritores soñamos y anhelamos el éxito, sentimos todavía más satisfacción al ver que nuestras creaciones existen, son concretas y permanentes en el tiempo. Es una especia de tortuoso orgullo al saber que somos inmortales, que nuestras obras hablarán por nosotros para siempre, aunque duerman en el olvido por muchos años.

La diferencia está en las oportunidades, creo yo. Si todos tuviéramos la fortuna de que una casa editorial tomará nuestros manuscritos, los puliera y comercializara, tal vez muchos más alcanzarían el ansiado éxito que envidiamos de los grandes. Aventúrense a buscar y leer el escrito de un perfecto desconocido en alguna de las muchas plataformas literarias que existen en internet. Entren a Wattpad o Bookish y busquen el tema que más les llame la atención, policial, suspenso, ficción, el que sea, y dense el trabajo de leer lo que aparezca frente a sus ojos. Algunas obras no serán de su agrado, otras tendrán tantos errores que les será difícil comprenderlas, pero de seguro encontrarán un par que les fascinarán. O, si se dan el trabajo de analizar el trasfondo de aquellas que no les gustaron, verán una historia con potencial, algo que puede mejorar con la asesoría, corrección y edición adecuada, pero que su autor no puede conseguir debido a la falta de conocimientos, recursos, oportunidades o todas ellas.

O por temor a arriesgarse y fracasar.

En otro post les comenté sobre lo complicado y costoso que es llegar a publicar un libro, lo que en algunas ocasiones abarca dinero que ni siquiera tenemos y, a quienes decidimos persistir, significa arriesgarse a pasar años endeudados sin lograr recuperar el capital invertido. Pero, porque siempre existe la esquiva posibilidad de dar en el clavo, ¿y si a la novela le va tan bien que se convierte en un éxito de ventas? Después de todo, doce editoriales rechazaron a Harry Potter y la Piedra Filosofal y, ya ven, J.K. Rowling llegó a figurar entre las personas más ricas de Reino Unido.

Ante esto y viendo a los muchos colegas que escriben y escriben, y pasan horas en las redes sociales solo para conseguir un desabrido y etéreo like, en mi cabeza aparece una insistente pregunta: ¿por qué yo no? ¿Y qué tal si la siguiente deuda puede significar el acierto que tanto he estado buscando? Si hay tanta gente que dice que mis novelas son entretenidas, que mi forma de escribir es atrapante y que mis personajes son muy buenos, ¿qué pasaría si contara con el apoyo profesional necesario para pulir mis obras y montar una campaña publicitaria efectiva y sostenida?

Entonces recurro a otra perspectiva, la de mi esposa. Le comento mis intenciones, mis miedos y esperanzas, analizamos la situación y, tal como hizo en 2016 para la autopublicación de Réquiem de los Cielos, si me da su aprobación, se convierte en el impulso que necesito para dar el salto al vacío y no temer a la caída desde el borde del precipicio. En esa oportunidad, el final no fue lo que esperábamos y debo confesar que nos quedamos con un amargo sabor de boca al ver que todo el esfuerzo monetario no era recompensado como queríamos, pero la experiencia que adquirí y, por sobre todas las cosas, su reconfortante fe en mí y en lo que estaba haciendo, hizo que todo valiera la pena.

Al igual que el apoyo de mi familia y las pocas e incondicionales personas que constituyen mi estrecho círculo de amistad.

¿Qué más puedo decirles? Un escritor escribe porque lo necesita, intenta una y otra vez alcanzar sus metas, busca el pilar que lo sostenga durante su aventura y sigue y sigue, contra viento y marea, porque eso es lo que es, un contador de historias, un universo ambulante que necesita tomar forma a través de las letras. Después de todo, Ray Bradbury dijo una vez “solo fracasas si dejas de escribir”.

Así que no teman al fracaso, busquen opciones y den el paso adelante. Es lo mejor que podrían hacer

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