La Ciudad Secreta de Animalia

 Este cuento es especial. Fue escrito por mi hija, Sofía Navarrete, y con él ganó un concurso literario de su colegio. Les comparto La Ciudad Secreta de Animalia:




Por culpa del coronavirus, se suspendieron las clases y tuve que quedarme en casa con mi hermana Laura. Pero mis papás igual iban a trabajar, así que pasábamos todas las mañanas solas.


Un día, nos dimos cuenta de que Mini, nuestra perra, y Kitty, la gata, se metían debajo de nuestra cama y pasaban mucho rato sin salir. Nos dio curiosidad y las dos nos agachamos para mirar qué hacían y nos asustamos al ver que no había nada debajo de la cama. Así que pensamos que habían salido sin que las viéramos y seguimos jugando.

Al otro día, ellas se metieron de nuevo debajo de la cama y ahora sí que corrimos las dos para ver qué hacían y descubrimos que tenían un pasadizo secreto. Nos llamó mucho la atención, por lo que nos apuramos en seguirlas y llegamos a una ciudad en la que los animales hablaban y caminaban como las personas, usando ropa igual que nosotros.

Y pillamos a nuestras mascotas vistiéndose con la ropa que tenían guardadas en unas maletas escondidas en un parque y ellas se asustaron al vernos, pero las convencimos de que guardaríamos el secreto si nos dejaban acompañarlas en sus aventuras.

Desde entonces, todas las mañanas vamos con ellas a pasear por la colorida ciudad de Animalia.

Pero un día volvimos a clases y pensamos que todo eso había sido un sueño. Un fin de semana yo estaba jugando en mi celular y de pronto me llegó un mensaje que decía “chicas, tienen que volver”. Yo inmediatamente fui a decir a Laura sobre el mensaje y la Kitty empezó a hacer un tipo de señas como para decirnos algo y movía la cabeza para que la siguiéramos. Ahí fue cuando nos acordamos de Animalia y nos metimos por el pasadizo secreto. Cuando llegamos, estaba el presidente de Animalia que nos dijo que necesitaba nuestra ayuda para probar un invento que ya habían probado con animales y fue un éxito. Pero nos necesitaban como ayudantes humanas para probar unas vacunas que inventaron para salvar el mundo del coronavirus.

Así que fuimos al laboratorio de uno de los animales más famosos del mundo por crear la vacuna anticovid. Él se llamaba Doctor Librilusqui y dijo “hola niñas, veo que son las primeras humanas en este mundo. Pues me presento, soy el doctor Librilusqui”.

―Hola ―le dije―, soy Sofía y ella mi hermana Laura.

―Un gusto, chicas. Ahora les voy a pedir que se sienten allí, pero por favor, si sienten algo raro, ya sea molestias u otra cosa, me avisan. ¿Quién va primero? ―preguntó el doctor.

―Si quiere, yo puedo ―contesté.

―Ok ―dijo el doctor―, respira profundo y… ¡ya está! ―exclamó―. Y… ¿cómo te sientes?

―Igual ―contesté.

―Laura, te toca.

―Emmm, bueno ―dijo mi hermana, dudando.

El doctor Librilusqui le dijo respira y luego le puso la inyección.

―¡Ya está! ¿Sientes algo raro?

―Nop ―contestó Laura.

―Ahora vayan a la oficina del presidente.

Nos despedimos a coro y obedecimos.

―Hola, presidente. Una pregunta: ¿y ahora cómo vamos a hacer para que los otros humanos se inyecten la vacuna? ―pregunté.

―Eso mismo les quería contar. Vamos a mandar a todas las mascotas a sus casas con la vacuna para que en la noche se las inyecten a sus dueños mientras duermen. Así nadie lo va a saber.

―¡Wow! ―dijimos en coro, antes de volver a nuestro mundo.

Y así fue como todas las mascotas les inyectaron la vacuna a sus dueños durante las noches y por fin terminaron con la pandemia, sin que ningún científico humano supiera lo que había pasado.

Y mi hermana y yo, seguimos viajando en secreto a Animalia para conocer más de sus costumbres y tener muchas aventuras.



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