El Último Vuelo del Pegasus, parte 12
Lee la undécima parte aquí El esfuerzo de subir fue comparable a las dificultades para equilibrarse uno al lado del otro en el pequeño espacio que quedó del piso del elevador. Después de varias atolondradas maniobras, Robinson consiguió retroceder hasta hacerle el lugar para que Angle pudiera pararse a su lado. Sin embargo, no se permitieron el tiempo para un respiro y de inmediato comenzaron a buscar la forma de salir de la urna metálica en la que estaban aprisionados, antes de que los invasores volvieran a la carga. ―¿Piensa lo mismo que yo, capitán? Robinson había dado una breve mirada al techo, lo que fue suficiente para que Angle comprendiera sus intenciones y asintiera con la cabeza. ―¿Te das cuenta de que si le damos al motor o a la polea vamos a terminar allá abajo? ―¿Tiene una mejor idea, señor? El capitán se encogió de hombros. ―Supongo que no. Y entonces los dos abrieron fuego, tratando de que los disparos abrieran un agujero lo más cercano posible a la pared