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Mostrando las entradas con la etiqueta ciencia ficción

El Último Vuelo del Pegasus, parte 12

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Lee la undécima parte aquí El esfuerzo de subir fue comparable a las dificultades para equilibrarse uno al lado del otro en el pequeño espacio que quedó del piso del elevador. Después de varias atolondradas maniobras, Robinson consiguió retroceder hasta hacerle el lugar para que Angle pudiera pararse a su lado. Sin embargo, no se permitieron el tiempo para un respiro y de inmediato comenzaron a buscar la forma de salir de la urna metálica en la que estaban aprisionados, antes de que los invasores volvieran a la carga. ―¿Piensa lo mismo que yo, capitán? Robinson había dado una breve mirada al techo, lo que fue suficiente para que Angle comprendiera sus intenciones y asintiera con la cabeza. ―¿Te das cuenta de que si le damos al motor o a la polea vamos a terminar allá abajo? ―¿Tiene una mejor idea, señor? El capitán se encogió de hombros. ―Supongo que no. Y entonces los dos abrieron fuego, tratando de que los disparos abrieran un agujero lo más cercano posible a la pared

Parte 11 de El Último Vuelo del Pegasus

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Lee la décima parte aquí El Pegasus se sacudía cada vez con más fuerza y Angle ya no pudo permanecer en su lugar. El extraño ruido sordo que provenía desde el exterior debía estar ligado a los cada vez más numerosos fragmentos de metal y destellos luminosos que veía por las ventanas, ascendiendo desde la base de la nave. Ya no tenía dudas: algo muy malo estaba pasando allá abajo. Se colgó el fusil al hombro y partió hacia el elevador interno a toda carrera. Presionó el botón que lo llevaría directo hacia el área de mantenimiento y esperó con impaciencia que recorriera los casi exactos 16 metros que distaban desde la cabina hacia el sector en el que se desarrollaban todas las operaciones automatizadas que permitían que el Pegasus funcionara de manera óptima, sin siquiera imaginarse lo que iba a encontrar. Cuando el elevador se detuvo y la puerta automática se abrió, se quedó perplejo ante el infierno desatado delante de sus ojos.   Las criaturas se movieron con rapidez de un lad

El Último Vuelo del Pegasus, Parte 10

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Lee la novena parte aquí Una fuerte sacudida alertó a Angle. Después de comprobar que las comunicaciones estaban saturadas por el audio de las Voyager, corrió por la cabina para mirar al exterior por cada una de las ventanas, hasta que encontró algo que lo alarmo. Restos de metal se elevaban hacia la cúpula del Pegasus, provenientes desde los niveles inferiores. ―Franklin, Johana, ¿qué está pasando allá abajo? Todo lo que recibió como respuesta fue la secuencia de saludos que ya no se interrumpía en ningún momento. El sistema principal de comunicaciones estaba muerto, pero él sabía que existía un canal alterno que operaba a muy corta distancia, diseñado para que los astronautas tuvieran enlace entre ellos en caso de alejarse de la nave. El problema estaba en que la distancia entre su tripulación y él era bastante mayor y no podría escucharlos a menos que bajara hacia el motor. Y entonces se alejaría de los controles. Incomunicado y sin poder iniciar el despegue, se quedarían at

El Último Vuelo del Pegasus, parte 9.

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Lee la octava parte aquí Robinson había encontrado un lugar desde el que podía observar todo con detalle. Tenía a la vista a Gamboa y Brown, atento al proceso de encendido del complejo dispositivo que la ingeniera había desarrollado en tan poco tiempo y que era la clave para abandonar el planeta. Por otro lado, tenía una visual casi completa del ala oeste de la nave, misma por la que había detectado la mayor cantidad de presencias alienígenas durante la revisión de los videos de seguridad. Equipado con los dos fusiles de riel y el sistema de mira y visión nocturna, se sentía capaz de contener cualquier posible incursión que esas criaturas se atrevieran a lanzar sobre ellos, al menos por el tiempo necesario. Aunque las instrucciones de Angle eran evitar cualquier enfrentamiento, a menos que las condiciones no lo permitieran, él presentía que, si esos seres entraban a la nave, no sería con intenciones de charlar. En ese caso, su misión era brindarle cobertura a la operación de Gamboa p

Parte 8 de El Último Vuelo del Pegasus

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Lee la séptima parte aquí Una vez que todos estuvieron de acuerdo con el plan, Angle distribuyó las funciones. Para nadie pasó desapercibido que dio una breve mirada a Robinson, esperando algún reparo o tal vez su aprobación, a lo que este respondió encogiéndose de hombros y dándole la total autoridad de la operación. En esos momentos, los egos habían quedado de lado y todos los esfuerzos se enfocaron en conseguir que el Pegasus despegara y los sacara de Marte a toda costa. Gamboa y Brown se encargarían de ensamblar el cañón de positrones que ella previamente había diseñado, utilizando todos los materiales que pudieron encontrar dentro de la nave. Las herramientas y maquinarias de varios de los experimentos internacionales que llevaban a bordo sirvieron para reunir las piezas y partes necesarias para el dispositivo que debía ayudarles a escapar de aquel planeta. Pasaron un par de horas desarmando, modificando, acondicionando y ensamblando instrumentos, circuitos, dispositivos diversos

El Último Vuelo del Pegasus, Parte 7

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Lee la sexta parte aquí ―¿Qué hacemos ahora? La muy oportuna pregunta de Gamboa quedó rebotando en la cabina sin que nadie se atreviera a recibirla. En el tono alarmado de su voz se resumía el estado de toda la tripulación del Pegasus: con Handelman sedado, Linderburger muerto y la tobera del motor con esa enorme fisura, el pesar y el miedo comenzaron a apoderarse de los corazones de todos. Incluyendo el del frío y siempre altanero Robinson. ―La NASA estudió este planeta por años ―dijo de pronto Angle―. Ninguna de las sondas que vinieron aquí antes que nosotros encontró señales de vida. La supuesta pirámide que resultó ser una roca, la cara en Cidonia una simple meseta. Ninguna misión arrojó luces sobre la existencia de algo vivo en este planeta muerto. Ni siquiera el rover de la Marte 2020 encontró rastros orgánicos. ¿De dónde salieron estas cosas? ―¿Quieres que les vaya a preguntar? ―por primera vez, Robinson se olvidó de los tratos protocolares y respondió con insolencia―. Podríamos