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Parte 11 de El Último Vuelo del Pegasus

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Lee la décima parte aquí El Pegasus se sacudía cada vez con más fuerza y Angle ya no pudo permanecer en su lugar. El extraño ruido sordo que provenía desde el exterior debía estar ligado a los cada vez más numerosos fragmentos de metal y destellos luminosos que veía por las ventanas, ascendiendo desde la base de la nave. Ya no tenía dudas: algo muy malo estaba pasando allá abajo. Se colgó el fusil al hombro y partió hacia el elevador interno a toda carrera. Presionó el botón que lo llevaría directo hacia el área de mantenimiento y esperó con impaciencia que recorriera los casi exactos 16 metros que distaban desde la cabina hacia el sector en el que se desarrollaban todas las operaciones automatizadas que permitían que el Pegasus funcionara de manera óptima, sin siquiera imaginarse lo que iba a encontrar. Cuando el elevador se detuvo y la puerta automática se abrió, se quedó perplejo ante el infierno desatado delante de sus ojos.   Las criaturas se movieron con rapidez de un lad

El Último Vuelo del Pegasus, Parte 10

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Lee la novena parte aquí Una fuerte sacudida alertó a Angle. Después de comprobar que las comunicaciones estaban saturadas por el audio de las Voyager, corrió por la cabina para mirar al exterior por cada una de las ventanas, hasta que encontró algo que lo alarmo. Restos de metal se elevaban hacia la cúpula del Pegasus, provenientes desde los niveles inferiores. ―Franklin, Johana, ¿qué está pasando allá abajo? Todo lo que recibió como respuesta fue la secuencia de saludos que ya no se interrumpía en ningún momento. El sistema principal de comunicaciones estaba muerto, pero él sabía que existía un canal alterno que operaba a muy corta distancia, diseñado para que los astronautas tuvieran enlace entre ellos en caso de alejarse de la nave. El problema estaba en que la distancia entre su tripulación y él era bastante mayor y no podría escucharlos a menos que bajara hacia el motor. Y entonces se alejaría de los controles. Incomunicado y sin poder iniciar el despegue, se quedarían at

Conozcan el primer capítulo de Preludio, la historia que da inicio a Obertura y toda la saga de Réquiem de los Cielos

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Cuando la Creación ya estuvo lista y los caminos que enlazaban el mundo espiritual con el material se encontraron bien definidos, llegó el momento para que los ángeles, los primeros seres nacidos de la Infinita Gracia del Padre, recibieran sus distintas funciones y sus jerarquías dentro de los Coros Celestiales. De este modo, el Paráclito, la Fuerza Creadora de Dios, ordenó a setenta y dos de ellos como las principales y mayores autoridades en el Paraíso y fuera de él, todos comandados por Lucifer, el más hermoso y majestuoso de los ángeles, a quien además se le entregó la Luz para portarla siempre en el Nombre del Padre. Mientras tanto, en el mundo material fueron hechos los mortales, hombre y mujer, nombrados por el Espíritu Creador como Adán y Lilith, nacidos de la tierra y moldeados a la imagen de los seres celestiales, siendo puestos bajo la protección y guía de estos últimos, quienes debían enseñarles a amar a Dios y vivir bajo sus designios. Uno de los ángeles encargados de esta

El Último Vuelo del Pegasus, Parte 7

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Lee la sexta parte aquí ―¿Qué hacemos ahora? La muy oportuna pregunta de Gamboa quedó rebotando en la cabina sin que nadie se atreviera a recibirla. En el tono alarmado de su voz se resumía el estado de toda la tripulación del Pegasus: con Handelman sedado, Linderburger muerto y la tobera del motor con esa enorme fisura, el pesar y el miedo comenzaron a apoderarse de los corazones de todos. Incluyendo el del frío y siempre altanero Robinson. ―La NASA estudió este planeta por años ―dijo de pronto Angle―. Ninguna de las sondas que vinieron aquí antes que nosotros encontró señales de vida. La supuesta pirámide que resultó ser una roca, la cara en Cidonia una simple meseta. Ninguna misión arrojó luces sobre la existencia de algo vivo en este planeta muerto. Ni siquiera el rover de la Marte 2020 encontró rastros orgánicos. ¿De dónde salieron estas cosas? ―¿Quieres que les vaya a preguntar? ―por primera vez, Robinson se olvidó de los tratos protocolares y respondió con insolencia―. Podríamos

¿Qué hay detrás de un libro?

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La imagen que precede esta entrada es una de mis favoritas. Representa a la perfección este oficio que, más que hobby, para muchos de nosotros se transforma en un verdadero trabajo, muy poco remunerado, aunque increíblemente satisfactorio. Un libro, cuando al fin llega a su forma final, ya sea en papel o en digital, de la mano de una editorial o autopublicado, es un larguísimo viaje que comienza con una simple idea, un sueño, un sentimiento o cualquier detonante para una historia que puede pasar años en gestación antes de entrar en su estado larvario de manuscrito. En especial cuando nos encontramos en la fase de inquietud previa a la decisión de lanzarnos por primera vez a poner por escrito lo que sea que ande rondando en nuestras cabezas. Para quienes vemos el mundo literario que nace en nuestras mentes de forma tan real y concreta como el mundo real, este pequeño, pero trascendental primer paso viene de la mano de largas horas de investigación. Porque, no es lo mismo escribir sobre

La misión continúa: quinta parte de El Último Vuelo del Pegasus

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Lee la cuarta parte aquí El ambiente dentro del Pegasus se hizo demasiado incómodo para todos. Haldeman no paraba de llorar y Gamboa tuvo que inyectarle un sedante para ponerlo de vuelta en la camilla. Después de retirar la jeringa de su cuello y tomar una muestra de sangre para asegurarse de que Lindenburger no había alcanzado a inyectarle nada, ella misma revisó los vendajes de su pierna amputada y comprobó que no había sufrido ningún daño aparte de un par de golpes que atendió de inmediato. ―¿Esto es mi culpa? ―preguntaba él mientras era atendido―. ¿Henry murió por mi culpa? Sollozaba y hacía movimientos bruscos que terminaron por convencer a Gamboa que lo mejor era anestesiarlo una vez más. Mientras tanto, Angle y Brown se preocuparon de transportar el cuerpo de Lindenburger hacia el área de criogenia. El capitán y su segundo comandante tardaron largos minutos en decidir qué hacer con el cadáver. Ninguno de los protocolos estaba asociado a un suceso como el que había ocurrido, aunq