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El Camino de la Venganza: Negocio Redondo

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  Alonso Urrutia estaba acostumbrado a estas reuniones. En un principio le parecían incómodas y él se sentía fuera de lugar, más que nada porque los temas que se trataban en ellas no siempre se apegaban a los ideales juveniles que lo llevaron a estudiar derecho. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en acostumbrarse y, en una ciudad que era el vivo reflejo de la frase “supervivencia del más fuerte”, no tuvo que hacer un gran esfuerzo para dejarse llevar por la ola en la que otros llevaban surfeando desde hacía bastante tiempo, y sumarse a la Cofradía Lisias, un exclusivo y cerrado círculo formado por los más prestigiosos estudios jurídicos de la gran metrópolis, avalado, aunque no directamente, por el Colegio Nacional de Abogados. No pasó mucho antes de que se hiciera notar entre sus colegas. Él, joven y ambicioso, demostró poseer un agudo intelecto, una extrema facilidad de oratoria y una capacidad única para leer a la gente. Podía pararse frente a cualquier persona en el estrado y descu

El Camino de la Venganza: Justa Sentencia

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La jornada de aquel día lunes había sido inusualmente agobiante. Una serie de casos de asesinatos en las calles colmaban los tribunales de periodistas y curiosos que querían conocer los detalles de los misteriosos ajusticiamientos de presuntos traficantes y pederastas que fueron encontrados sin vida bajo circunstancias increíbles. Por todas partes circulaba el rumor de un personaje enigmático que algunos describían como un robot, otros como un astronauta del futuro y, los más fantasiosos, como un personaje salido de alguna de las recientes y exitosas películas de superhéroes. No había total acuerdo entre los distintos y escasos testigos de si se trataba de un hombre o una mujer, pero la mayoría de las declaraciones apuntaban a un ser de aspecto femenino, aunque con una fuerza y agilidad muy por sobre lo normal. Y esa batahola llevó a duplicar la presencia policial en el juzgado y redoblar los turnos de todos los funcionarios del tribunal. Por esta razón, recién a las seis de la tarde e

El camino de la Venganza: Sacrilegio

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  Hubo un tiempo en que me gustaba ir a la iglesia. Pero de un momento a otro todo se fue a la mierda. No era solo por el hecho de tener que levantarme mucho más temprano de lo habitual para un domingo ni por el exasperante ritual de arreglarse para ir a soportar la eterna hora que duraba la misa. Se trataba de algo más visceral, una sensación de desagrado frente a los feligreses que se reunían en el lugar y su actitud de “todos nos queremos” y “todos somos una familia”, cuando muchos de ellos estaban tan metidos en la basura como yo. Claro que para mi madre esto no era más que una nueva reacción de apatía por mi adolescencia y tal vez por mi inestable estado de ánimo. Después del doloroso abandono de mi padre y la serie de conflictos legales que le siguieron, caí en una profunda depresión que me mantuvo en tratamiento siquiátrico bastante tiempo. En tanto, mamá debió lidiar con los líos y trámites de la separación, mi enfermedad y todo el caos relacionado con el cambio de casa y la

El Desconocido

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  Cada vez que podía, pasaba un rato al Parque O’Higgins y me sentaba en el pasto a mirar en silencio a las muchas personas que circulaban por la Elipse y sus alrededores. Lo único que necesitaba era mi celular cargado de música y mis audífonos para relajarme y echar a volar mis ideas por horas. Sin embargo, esa tarde algo inusual interrumpió mis pensamientos, apenas unos segundos después de que mis ojos se fijaran en un niño pequeño que acababa de caer de su bicicleta por chocar de frente con un peatón distraído. ―Uno se siente insignificante al pensar en las posibilidades, ¿no es así? Un hombre estaba de pie junto a mí. Tenía un aspecto muy descuidado, con una larga y holgada gabardina que le llegaba hasta poco más debajo de la rodilla. Usaba unos viejos y sucios botines que no se tomó la molestia de amarrar y solo alcancé a distinguir unos desgastados pantalones de tela que alguna vez debieron ser marrones. La barba crecía en desordenados e irregulares manchones de pelo por to

Noticias

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  ¿En qué estoy? Eso es lo que algunos lectores y seguidores me preguntan cuando pasan semanas sin que publique nada en redes sociales. Así que usaré esta entrada para contarles qué estoy haciendo y qué se viene en el futuro próximo. Como muchos saben, escribir es una afición que pasó a ser un segundo trabajo, pero que no es mi actividad principal, por mucho que desearía que así fuera. Y, el que es mi trabajo principal, ha demandado bastante tiempo durante los dos últimos meses, por lo que escribir se ha vuelto complicado. Sobre todo, por unos inesperados asuntos familiares que tal vez en otro momento les cuente con mayor detalle. De todas maneras, algo grande se acerca: mi primer trabajo con una editorial de verdad, confiable y muy, pero muy recomendada para los amantes de la ciencia ficción, ya sean lectores o escritores. Antes de hablar de eso, les voy a contar sobre mis otros proyectos, para que entiendan que, a pesar del poco tiempo que he tenido para escribir, no he dejado

Las Hermanas Exploradoras y la Búsqueda de las Joyas de la Reina Nieves

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  Las hermanas Navarrete vivían muchas aventuras juntas. Ya fuera durante un fin de semana o apenas salieran del colegio, se embarcaban en fantásticos viajes imaginarios que las llevaban por destinos exóticos, a través de tierras mágicas, llenas de aventuras y misterios. Laura, la menor, era la más intrépida y valiente, mientras que Sofía se encargaba de planificar todo lo que pudieran necesitar para cada uno de sus viajes. Juntas formaban un tan buen equipo que eran imparables frente a cualquier peligro. Una mañana de domingo, bajaron caminando desde el Cerro Mirador con la misión de encontrar las hermosas joyas perdidas de la Reina de las Nieves y volver a casa, sanas y salvas, antes del almuerzo. Así que partieron muy temprano, poco después de que el sol apareciera en el Estrecho de Magallanes. Habían encontrado un mapa que los ladrones de las joyas olvidaron en su escape del Castillo Helado y partieron sin dudarlo apenas la hermosa reina les explicó del robo que había sufrido