Lo que he descubierto en este viaje



En un post anterior les hablé sobre mi breve y humilde experiencia como escritor, desde que publiqué mi primera novela hasta lo que estoy haciendo ahora. En esta oportunidad, quiero profundizar un poco más y, si bien no pretendo hacer una guía para quienes quieran aventurarse en esta aventura literaria, pretendo exponer de forma algo más detallada parte de las muchas opciones que he descubierto por propia curiosidad para llegar al sueño del libro impreso.

Para empezar, debo recordarles que en este viaje he debido reformular mi definición de éxito, como podrán leer en mi post, así que comenzaré diciéndoles que no recibirán los consejos de un escritor consagrado ni mucho menos famoso. Lo que encontrarán en estas líneas es la experiencia de alguien que, igual que ustedes, intenta abrirse paso en este campo tan competitivo y sobre poblado, siempre llano a recibir nuevos consejos y a aprender.

Entonces, a lo que nos convoca.

El paso previo a la publicación es tener un manuscrito terminado. Aunque no se trata solo de poner el punto final a un texto de nuestra autoría. No. Para considerar el manuscrito como terminado, por lo menos debe contar con un par de revisiones que garanticen que tiene los menores errores posibles. Si cuentan con el capital suficiente, les recomiendo contratar los servicios de un editor profesional, el que se encargará de corregir la ortografía, gramática, estilo y una serie de mejorías orientadas a pulir la obra. Otra opción es tener “lectores beta”, personas que lean el escrito con la intención de hacer observaciones, críticas, encontrar esos errores que uno pasa por alto y que son de bastante utilidad. ¿Por qué no basta con que el propio escritor lo revise? La razón es sencilla: al leer nuestros escritos comenzamos a intuir las palabras en lugar de leerlas, lo que provoca que no veamos errores muchas veces obvios, pero que los demás lectores detectan de inmediato.

Debo decir que, por un asunto de costo-tiempo, únicamente Sumer ha sido sometida a un trabajo editorial, mientras que mis otras obras las he revisado yo mismo. Para ello, leo cuatro veces el texto completo. En la primera lectura voy trazando una línea de tiempo de los hechos en búsqueda de una congruencia temporal y espacial de la historia. Con la segunda hago resúmenes de cada capítulo en un cuaderno y luego los reviso en búsqueda de errores de continuidad. En la tercera me fijo en la gramática y ortografía, procurando leer los párrafos en desorden para engañar a mi cerebro y hacerle pensar que está leyendo algo distinto a lo que creó ―me ha resultado medianamente bien hasta ahora―. Y en la cuarta, luego de casi dos meses de dejar el manuscrito olvidado en el computador, lo leo de corrido. Se trata de un método perfectible, no sé si recomendable, pero puedo decirles que el resultado ha tenido bastantes buenos comentarios de quienes han comprado alguno de mis libros. De todas formas, por el hecho de editarlos yo mismo y no utilizar los servicios de un editor profesional, siempre existen detalles. Aunque debo decir en mi defensa que he comprado libros de autores de renombre, publicados bajo grandes sellos editoriales, y de todas formas me he topado con palabras mal escritas o frases mal redactadas…

El siguiente paso es buscar la publicación. Lo primero que yo hice e imagino que es lo mismo que muchos han hecho antes que yo, fue intentar contactar de inmediato a las grandes editoriales y enviar mi manuscrito a medio mundo. Este es un error. En realidad, lo primero que debiésemos hacer, si buscamos publicar con una editorial, es fijarnos en la línea de los libros que publica. Si nuestro manuscrito es una obra de ciencia ficción, no podemos enviarlo a una editorial especializada en poesía. En este caso, les recomiendo investigar un poco más y primero averiguar si están recibiendo manuscritos. En Chile, existen muchas editoriales independientes que reciben, leen y valoran obras de escritores “amateurs”, pero no siempre están en una búsqueda activa de manuscritos o, debido a la contingencia que vivimos a raíz del COVID, la han suspendido hasta nuevo aviso.

En la actualidad, según mis averiguaciones, Aguja Literaria, Editorial Forja y Aurea Ediciones sí están recibiendo, pero las tres trabajan con el concepto de coedición, en la que el autor corre con casi todos los gastos y recibe solo un porcentaje de las ganancias. De hecho, les adelanto que la ley de propiedad intelectual estipula que las ganancias por la venta de un producto no pueden ser inferiores al 10% del precio de venta al público de cada ejemplar y eso es precisamente lo que las editoriales convencionales ofrecen, con bastante poco margen de negociación para un apasionado y soñador escritor que espera que sus libros le den para vivir. En relación coste/beneficio, les recomiendo coticen los servicios de Aguja Literaria y comparen con lo que ofrecen las otras dos. Puede que se apegue a lo que están buscando.

Otra opción es la autoedición, la que garantiza mayores regalías, pero delega toda la responsabilidad de la edición y difusión de la obra al autor. En este campo, puedo hablarles de Caligrama, una editorial española dependiente de Penguin Random House, y Amazon. A la primera llegué luego de cotizar servicios editoriales en diversas empresas chilenas, muchas de las cuales ofrecían, por un valor similar, la maquetación e impresión de una determinada cantidad de ejemplares ―solo me referiré a esos servicios, porque la corrección y edición tienen un costo adicional―, pero cobraban un porcentaje extra por la distribución. Esto significaba desembolsar una buena suma de dinero para quedarse con cien, doscientas o trescientas copias que debía arreglármelas para vender por mí mismo. Caligrama, en tanto, ofrecía un kit promocional espectacular, con posters, tarjetas, postales, distribución a nivel mundial en formato digital y papel, página web, impresión bajo demanda y distribución a las principales librerías de… ¡España! Ese era el único “pero”: mi novela nunca llegó a Chile.





Amazon, por otro lado, con su plataforma Kindle Direct Publishing, KDP, permite la maquetación y distribución mundial en formato digital y papel, siguiendo unos muy sencillos pasos. Basta con tener el manuscrito, la imagen deseada para la portada, crearse la cuenta y publicar. La ventaja es que las ganancias que se generen pueden llegar al 70%, aunque les recomiendo que lean con cuidado cada una de las condiciones y requerimientos que aparecen en la página. El problema es que solo se puede recibir el pago por medio de depósito directo, giro bancario o cheque, lo que depende de la ubicación del banco. Las primeras dos opciones no están disponibles en Chile, pero sí se puede recibir un cheque en la dirección que figura en los registros de KDP, una vez que se alcance el monto de cien dólares ―en mis cuatro años en el negocio, apenas he superado los 60―. Desconozco si existe otra forma de recibir los pagos en nuestro país y feliz de la vida aceptaré cualquier “revelación” al respecto.

En este caso, deberán preocuparse de editar ustedes mismos o contratar un editor.

Una última opción, algo que descubrí gracias a la página de Ariel Cruz, es la propia impresión de nuestras novelas. Para ello, luego de tener el manuscrito listo y revisado, les recomiendo inscribirlo en el Departamento de Derechos Intelectuales. De hecho, no importa la opción que escojan, deberían inscribirlo al momento de terminarlo. Su valor no alcanza a llegar a los seis mil pesos y con ello se aseguran la autoría de la obra. El trámite puede hacerse directamente en la página del DDI ―aunque es bastante lento―, en forma presencial o por correo postal. Una vez que lo tengan registrado, pueden buscar una imprenta como Print Factory y cotizar una tirada de 50, 100, 150 o las copias que sus bolsillos puedan pagar. Ellos mismos los orientarán en cuanto a los detalles, así que no duden en contactarlos si se deciden por esta alternativa.

Y si quieren que su libro “nazca” con todas las de la ley, cuando ya sepan el tipo de papel, medidas finales, etc., deberían comprar el ISBN ―International Standard Book Number, que permite categorizar, identificar el libro y así facilitar su comercio nacional e internacional―, y el código de barras. Este trámite se hace en la página de la Cámara Chilena delLibro y tiene un valor de $9800 y $8800 respectivamente.

Ya con sus libros en mano, a menos que emitan facturas, lo mejor es buscar la forma de vender los ejemplares por cuenta propia, porque las librerías son reacias a recibir libros al por menor y sin factura. Además, las ganancias que obtendrán por sus ventas son mucho menores a las que podrían recibir si los venden ustedes mismos.




Si llegaron hasta aquí, ya saben que publicar significa invertir mucho dinero que quizás jamás recuperarán. Pero no se desanimen. Una forma de conseguir el capital que necesitan para poner en marcha sus carreras literarias, es postular a los Fondos de Cultura que otorga el Ministerio Nacional de la Cultura, las Artes y el Patrimonio cada año. Basta con tener una muestra de sesenta páginas, crearse un perfil en la plataforma digital y postular. Por una novela pueden llegar a obtener 4 millones de pesos. A cambio, solo deben presentar el comprobante de pago de impuestos, un informe de avance y uno final del proyecto, y realizar una actividad cultural en un colegio municipal. Por Sumer, hice un breve taller sobre la relación de la cristiandad y los sumerios, en una extraña y entretenida presentación que terminó uniéndolas a los Hombres de Negro y el caso de la Isla Friendship, uno de los más emblemáticos de la ufología nacional.

Este fondo es, en palabras de la misma gente del ministerio, un sueldo por escribir, así que no deberán rendir ni justificar nada.

También existe el Fondo de Apoyo a Ediciones, que permite, previo acuerdo con una editorial o empresa afín, solventar los gastos relacionados con la edición, publicación y distribución de una novela, pero en este caso se postula solicitando un monto determinado de dinero, el cual se debe rendir al finalizar el proyecto. A la fecha, solo he postulado una vez y no alcancé el puntaje mínimo para adjudicármelo.

Y creo que eso es todo lo que puedo aportar en este extenso post. Como ven, opciones hay varias y debe haber muchas más, pero quería contarles lo que yo manejo. Si alguno de ustedes encuentra alternativas diferentes o datos imprecisos, lo invito a compartirlos en los comentarios para así ayudar a quienes están buscando la oportunidad y el momento de publicar su primera novela.

Si tienen otra duda o desean que escriba sobre otra materia que pueda resultar de su interés, no duden en contactarme.

¡Escritores unidos, jamás serán vencidos!


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